martes, 29 de mayo de 2007

personalizacion


NOMBRE : jenny maritza barbosa

OCUPACION: enfermera auxiliar y esyudiante de terapia respiratoria

Me llama mucho la atencion las cosas insolitas e inexplicables que se encuentra en el mundo y que a muchos los atemoriza como aotros nos parece fascinante.

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NOMBRE : jenny maritza barbosa

OCUPACION: enfermera auxiliar y esyudiante de terapia respiratoria

Me llama mucho la atencion las cosas insolitas e inexplicables que se encuentra en el mundo y que a muchos los atemoriza como aotros nos parece fascinante.

lo inexplicable

General J. C. Smuts

Durante mis felicísimos días en Irene, establecí contacto con el fantasma que habita en el viejo edificio de los días de la Guerra Boer. La casa del General Smuts fue antiguamente residencia de oficiales de las tropas británicas en Pretoria después de la ocupación y la adquirió el general Smuts quien la hizo trasladar a Irene y construirla en el emplazamiento de una antigua granja que había sido ocupada por un viejo granjero boer de considerable riqueza. Al acercarse las fuerzas británicas, según cuentan, enterró oro por valor de treinta mil libras en algún punto de la granja que todavía no se ha localizado. El segundo día que estuve en Irene dormía profundamente en un cuartito muy cómodo cerca del comedor y de pronto desperté a las cinco en punto para descubrir que un amable y viejo caballero, bastante parecido al presidente Kruger, estaba de pie a pocos palmos de mí, junto a la cama. Fue una experiencia muy clara que creo que me despertó del todo. Mejor dicho, me hallaba completamente despierto. En cualquier caso, me senté y extendí la mano hacia él, pero se desvaneció al momento.

Al desayunar a la mañana siguiente, la señora Smuts me preguntó si había dormido bien y yo le dije:

-Sí, pero tuve una curiosa experiencia sobre las cinco en punto- y relaté la historia del benigno y amable viejecito.

En este punto permítanme decir que Sijlma que se sentaba enfrente de mí se puso a hacerme carantoñas misteriosas y me di cuenta de que de algún modo debía haber metido la pata hasta la rodilla, pero no tuve tiempo suficiente para poner en orden mis pensamientos; pues entonces la señora Smuts dijo:

-Sí, deseo conocer los detalles particulares del caso. ¿Puede describirle?

Describí al viejo caballero lo mejor que pude y ella dijo al general Smuts:

-Mira, Oubaas, yo siempre te he dicho que el fantasma vivía en esta casa y el señor Wilson lo ha visto.

Dije que con toda seguridad había sido una experiencia muy vívida. La señora Smuts afirmó que sin duda el fantasma se me volvería a aparecer y si esto sucedía yo no debía hacer lo que hice la noche anterior; no tenía que repelerlo. Tenía que hablarle con suavidad y preguntarle: "¿Dónde enterró usted las treinta mil libras?"

Por desgracia el fantasma no efectuó más apariciones, sin embargo descubrí que me había tropezado con un curioso y pequeño romance, porque era una cosa del todo corriente que aquellos de nosotros que no tuviesen nada de particular que hacer saliesen en expediciones en torno a la granja con palas y azadas y excavasen con diligencia en los lugares que se les antojaran. Pero jamás encontramos las treinta mil libras. El fantasma, me dijo la señora Smuts, se paseaba a menudo por la casa a últimas horas de la madrugada.